El día más pensado

por Javier Debarnot

      -Ahí, ahí, quedate parado justo ahí.

      Lucas pretendía que Lautaro se quedara inmóvil en medio de la oficina como antena humana. Eran las 16:04 y ya estaba empezando un programa de radio en el cual Lucas era productor artístico. Y si alguien no sostenía el trozo de metal, el sonido se tornaba una lluvia molesta.

      -¿Te pensás que no tengo nada que hacer?- lanzó Lautaro.

      -No, dale, haceme el favor, sostené la antena un segundo más- seguía rogando Lucas, pero la ayuda de su amigo se esfumaría enseguida.

      -La voy a soltar ya. Parate y arreglate- y dejó escurrir la antena de sus manos sin titubear, volviéndose a oir ese molesto zumbido.

      -¿Y si movés un poco el dial? Puede ser que se haya perdido la sintonía, fijate, Lauta.

      -¿Te parece? A ver… - con el dedo índice rozó la perilla apenas girándola a la derecha. Lo casi ínfimo de sonido que se advertía de la emisora se desvaneció por completo, y entonces sucedió lo impensado. 

      -Ahí, ahí, quedate parado justo ahí. 

      -¿Te pensás que no tengo nada que hacer?

      -No, dale, haceme el favor, sostené la antena un segundo más. 

      Esas voces, vale aclarar, surgían de los parlantes de la radio y no de las bocas de quienes les habían dado vida unos minutos atrás. Se seguía oyendo un viejo parlamento de Lautaro diciendo “La voy a soltar ya. Parate y arreglate”, pero antes de que esta frase llegara a su fin, Lucas reaccionó de su estado de incredulidad preguntado qué estaba pasando.

      -Es como si se hubiera grabado nuestra charla– contestó un desencajado Lautaro.

   -Fue cuando moviste el dial. Movelo de vuelta, tiralo más atrás- dijo Lucas ya casi acostumbrado a esa especie de nueva dimensión. Julieta y Nacho, los otros dos habitantes de la oficina, estaban tan absortos como Lucas y Lautaro. Éste movió nuevamente la perilla y, cuando la detuvo, volvieron a surgir nítidas su voz y la de su amigo Lucas, en una charla que habían tenido quince o veinte minutos atrás. 

      -Mirá que en diez empieza el programa.

      -Sí, Lucas, vos siempre la misma historia.

      -Yo te digo para que me ayudes por si no se puede sintonizar bien la radio. 

      La conmoción en la oficina ya era total. Julieta había abandonado su programa de chateo y Nacho cerrado una planilla de cálculo. Estaban los cuatro boquiabiertos, sorprendiéndose del pasado que iban despidiendo los parlantes. 

      -Uy, parece que no engancha, a ver Lauta, dame una mano y mové la antena.

      -Miralo al señor dando órdenes, yo no puedo creer cómo te ayudo.

      -Ahí, ahí, quedate parado justo ahí. 

      Y era como una rueda donde todo volvía a empezar una y otra vez. Nacho rompió el molde y dijo “vamos a mover la perilla más lejos”, y dicho y hecho, la llevó hasta la punta de la escala de frecuencias. 

      -¿Qué hacés, Nachito, todo bien? 

      -Sí, Juli, por suerte es viernes. 

      -Eso es de hoy a la mañana –acotó Juli –cuando llegué yo, ¿te acordás Nacho? – y mientras decía esto, uno de los teléfonos comenzó a sonar y, por unos segundos, Lautaro tuvo la lucidez de volver al planeta Tierra y suponer que podría tratarse de Álvarez pidiendo esos informes tan impostergables como inservibles. “Debe ser por el tema de los informes, jeje, que siga llamando, nomás”, dijo sin siquiera amagar a atender. Al finalizar el sonido de los siete timbrazos, el aparato se quedó mudo y nunca más volverían a escucharlo, al menos desde esa oficina y trabajando los cuatro juntos. Todo lo que había salido de sus cuerdas vocales esa mañana de octubre seguía inundando sus oídos para que fueran testigos de ellos mismos, escuchando sus silencios, sus frases de compromiso, sus bromas, sus vidas desde sus puntos de vista. 

      -Che Juli, ¿vos al final vas a la fiesta de la Facultad? 

      -Mmm, puede ser, en realidad no sé- contestaba la chica, o mejor dicho había contestado en una charla con Lautaro a primera hora. 

      Maravillados los cuatro, iban reviviendo los parlamentos que habían construido esa mañana. Cuando se vislumbraba un silencio o un monótono cruce de palabras, simplemente movían la perilla para cambiar la frecuencia y adelantar el pasado, acercándose más al tiempo que en ese momento estaban viviendo. Así se iban apilando unos tras otros distintos momentos maquillados con lo que expresaban sus voces. De repente, surgió una especie de debate político a raíz de una noticia del día. 

      -A mí me importa muy poco si le aumentan los impuestos a las empresas, loco, que se jodan – las palabras surgían cargadas de bronca. 

      -Pará, Lucas, no es tan así, al fin y al cabo son los que pueden activar al país, si los obligás a pagar no pueden crecer, ni pagar las deudas que tienen.

      -Mirá vos, Lautaro, así que eso es más importante antes de que le aumenten los sueldos a la gente. La gente tiene que comer, ¿no te das cuenta? 

      -Ja ja ja ja –estalló Nacho –¿cómo discutieron hoy, eh?

      El cruce de palabras seguía, se iba ablandando, de a ratos amagaba con subir nuevamente la temperatura y al final volvía a bajar los decibeles. 

      -Es un tema de principios, vos vas para un lado y yo para el otro.

      -Sí, no me entra en la cabeza, pero igual vas a seguir siendo mi amigo.

      -Ni hablar, me parece que es exagerado que reaccionemos así. 

      Mientras se reían de ellos mismos, Juli intervino con una sencilla pero innovadora propuesta.

      -¿Y si probamos poniendo FM?

      Lautaro movió la palanca de AM a FM. Si el momento en el que habían surgido sus voces del pasado los había sorprendido, el que estaba por venir iba a redoblar la apuesta: esta vez, la situación iba a golpearlos. 

      -Espero que no esté el insoportable de Nacho, seguro que me va a pedir otra vez algún disco. 

      El destinatario de esa frase observó al autor que estaba a treinta centímetros suyo. Fulminándolo con una mirada de odio, ni siquiera tuvo tiempo de pedirle explicaciones. Lo que seguía saliendo de los parlantes continuaba tapándolo todo, como una ola gigante que arrasaba una indefensa playa a su paso. 

      -Qué raro, Lucas metiéndose en el medio. A ver, dale, ahora tratá de hacerte el galán con Juli. Ahí está, no pasaron ni diez segundos. 

      -Pará, flaco, –interrumpió Lautaro –yo nunca dije eso, en todo caso lo puedo llegar a pensar.

      Precisamente en ese momento, a todos se les erizaron los pelos y se les heló la sangre. Eso sí que era demasiado. 

      -Qué mal tipo que es, sabe que me gusta Juli y sin embargo se tiene que hacer notar.

      -Si viene a tomar unas cervezas, por ahí borracha se pone cariñosa conmigo. 

      -¿Qué dijiste idiota?- increpó Julieta a Lucas en un tono bastante agresivo -¿Yo cariñosa con vos?

      Pero antes de que el acusado atinara a responder, una nueva sorpresa cayó para calentar aún más la olla. Una voz femenina surgió para seguir removiendo lo oculto: 

      -Éste no entiende que no le toco ni un pelo. ¡Me da asco! 

      -Ah, bueno, hablando de criticar –esta vez fue Lucas el que se relamió, como sorprendido pero a la vez disfrutando de la agresión que había sufrido, porque había pasado de increpador a increpado por obra y gracia de un misterioso equipo de audio.

      -¿Se dieron cuenta de lo que está pasando? Estamos escuchando nuestros pensamientos.

      -¿Qué decís? –vociferó Lautaro.

      -Digo eso. Que de la radio sale lo que pensamos– agregó Nacho mientras con sus dedos hizo lo que nadie atinaba a hacer: mover otra vez el dial. 

      -Este pibe es un descerebrado, no coordina dos frases seguidas.

      -No puede ser tan derechista, parece un dictador.

      -Pero qué soberbio de mierda.

      -Por Dios, ya me aburrís. 

      Lucas y Lautaro, protagonistas de ese cruce de pensamientos, ni se dirigían la mirada. En esos instantes, mientras sus pensamientos iban quedando expuestos, la sensación de todos era de algo muy cercano a la desnudez. Se percibían metidos en una de esas máquinas de rayos “x” que les radiografiaba el alma, dejando al descubierto sus pesares, sus sentimientos más íntimos, pero también lo más oscuro de sus formas de ver al prójimo, de estereotiparlo, subestimarlo, y peor aún, de despreciarlo. 

      -Y este Nacho que nunca se la juega por nadie, ¿no tiene pelotas?

      -Lucas y Lautaro otra vez, ¿por qué no se matan a piñas y listo?

      -Pedazo de autista.

      -Pero qué maricones de mierda.

      -¿Puede ser que esta chica no pare de calentar a los hombres?

      -No sé hasta cuándo voy a soportar esa cara de baboso que tiene. 

      Hasta allí llegó todo. No volvió a surgir ninguna frase dañina porque Nacho tomó el grabador con sus manos e hizo estrellar al equipo contra el piso. Julieta abrió la puerta y salió disparada, llevándose por delante a un empleado ajeno a la oficina que estaba a punto de entrar atraído por el estallido de la radio.

      A partir de la huida de la chica, comenzaron a originarse los resquemores del intenso acontecimiento vivido. Ignacio fue suspendido una semana por haber incurrido en una conducta violenta luego de hacerse cargo del destrozo del aparato. Lucas presentó su renuncia esa misma tarde y volvió a meterse de lleno en su programa de radio. Lautaro fue despedido por arrojarle una piña a Lucas, y Julieta pidió un traslado a otro sector de la empresa. De esa forma, no volverían a trabajar los cuatro juntos.

      Los hechos sobrenaturales de los que habían sido testigos y protagonistas los habían marcado demasiado. Solamente Lautaro y Julieta siguieron frecuentándose e incluso se pusieron de novios. Pero jamás volverían a cruzarse con Lucas y Nacho. Estos últimos, cuatro años después del día más raro de sus vidas, se toparon de casualidad en la Avenida Corrientes y no esquivaron la oportunidad para compartir un café. Repasaron lo que había sido de sus existencias en todo ese tiempo, y fue en una de esas charlas cuando, a punto de contarle un proyecto que tenía, Lucas le dijo a su antiguo compañero de trabajo:

      -¿Sabés lo que estaba pensando?

      Y Nacho lo miró raro.


Comentarios

Si, si lo sabia.

Unico... ¿De donde sacas tanta imaginación? Me sorprendes con cada nueva historia, como si tuvieras un motivo para todo y pudieses escribir sobre todo. Me encanta leerte.
Andrés Ini ha dicho que…
Este cuento me lo pasaste hace unos años?
Anónimo ha dicho que…
Muy bueno, nos reciclamos. Pero acordate, el mejor sigue siendo el del tren a contramano. ¿? Saluditos a los 4.
Anónimo ha dicho que…
Javi, este cuento ya lo lei, no?
Esta muy bueno, o lo escribiste vos o le afanaste la idea a alguien.
Abrazo
Gon
Cristian Perfumo ha dicho que…
Cuántas cosas cambiarían si alguien pudiera saber lo que piensa la persona que tiene enfrente!
Aunque tanto a vos como a Andre últimamente se los ve re transparentes, con sólo dos cosas en mente: la que vino y la que esta por venir hoy, mañana o a lo sumo el finde!!!
Que VENGA todo bien :)
Abrazote
mazlov ha dicho que…
Me pareció muy copado!
Sos muy creativo ;)
Hermanos Bladimir ha dicho que…
Excelente, Javi.
Muy original. Y hasta te digo que me la estoy creyendo un poco. Apenas terminé de leerlo, miré a la radio más cercana rápidamente. Como estaba apagada -y no se prendió misteriosamente- la paranoia se me fue enseguida. (Es 100% verdadero)

Dicho sea de paso, me parece que es bastante lógico que la FM transmita los pensamientos. Pues podría tranquilamente llamarse "Frecuencia Mental", y listo.
Ahora, encontrarle una explicación a que la AM pase lo que uno habló en el pasado, se me complica bastante. Si "hablar" se escribiera sin 'h', sería mucho más fácil...

Un gran abrazo bladimiro.
Anónimo ha dicho que…
Qué ocurrente!! (suspendelo urgente, vas a salir volando)
Que nunca me pase! En mi laburo somos todos infumables, no es necesario ventilar tanta información... sería un desastre!
**VaNe** ha dicho que…
Estoy convencida de que es un escrito "futurista". Porque... acaso soy la única que cree/siente que la humanidad tiende a eso? Acaso no les pasa, cada vez más, el poder "leer" al otro en sus sentires más íntimos? Acaso no se sienten cada vez más desnudos? Me gusto mucho Javi!
Anónimo ha dicho que…
Muy muy bueno Javi!!!
La verdad refleja claramente los pensamientos que se tienen de los demás en un clima de trabajo, tal cual!!! Al menos lo que viví estos últimos meses en mi laburo, tanta falsedad te agobia no?
Mari

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