Una lección sobre la arena
por Javier Debarnot Estaba con ganas de un nuevo reto y no sé cómo me topé con uno bien grande: correr una media maratón, y por la playa. Para que fuera más extraordinario, el evento iba a ser en diez días a partir del momento en que tomé la decisión de hacerlo -y de la última vez que había salido a trotar, ya habían pasado diez meses-. Con ese panorama, no imaginaba otro final que no fuera el mío atravesando la línea de llegada con una capa de súper héroe. Para derribar todos los mitos acerca de la preparación necesaria para participar de una media maratón, y para demostrar que a un paso de mis cuarenta puedo tener un rendimiento que envidiarían varios de veinticinco. Cuando puse “entrenar para correr 20 kilómetros” en el Google, no existía un resultado que no incluyera como mínimo un cuadro de seis semanas. Leía frases lapidarias como “respetar una progresión”, “no aumentar bruscamente las distancias recorridas”, y otras tantas sentencias que, al repasarlas, no hacían má