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Crónica de una independencia anunciada

por Javier Debarnot 24 de septiembre de 2019           El día en que se iban a separar, o más bien el día en que se iba a definir hacerlo, España y Cataluña amanecieron juntas, acaso por última vez. España era un país vasto, lleno de comunidades entre las cuales estaba incluida Cataluña. Por eso aquella mañana, como miles y miles de días atrás compartidos en el calendario, una era parte de la otra; y sus historias, las de sus habitantes en común, seguían rodándose en paralelo. Así había sido para los españoles que vivían en Cataluña y para los catalanes que compartían tierra con España. Así, hasta el día en que se iban a separar, allá por el año 2017.       Hoy, habiendo pasado dos años de aquel trágico día, son pocas las personas que sin haber vivido la implosión desde adentro pueden explicarse, a ellos y al resto del mundo, lo que en verdad ocurrió. Hoy no se conserva nada de todo lo que alguna vez fue. España ha quedado manca de Cataluña y, en consecuencia, esta última

Auto-secuestro

por Javier Debarnot      Quiero denunciar un secuestro. Sí, está ocurriendo ahora mismo. ¿Que a quién? ¡A mí mismo! Y no es broma, en este preciso instante casi no tengo adonde ir, salvo a los lugares por los que ya pasé treinta y ocho mil veces, y que están tan iguales y yo tan distinto cada vez que vuelvo a cruzarme con ellos. Quizás debería decir que, más que no tener adonde ir, mientras dure este calvario podría sufrir unas consecuencias nefastas si me atrevo a abandonar mi sitio. Estoy secuestrado, atrapa… ¡momento!, ¡tiempo muerto! Hay un movimiento esperanzador, veo una luz, la vislumbro, es la luz al final del túnel oscuro y tenebroso. Voy hacia ahí, parece que ya toca -¡gracias a Dios!- acabar con esta pesadilla pero… ¡no! Maldición y falsa alarma, otra vomitiva falsa alarma. Sigue el secuestro ambulante, y soy otra vez bienvenido a la angustiante, asfixiante y maligna, aunque en realidad nunca me había ido de ella, tortura despiadada de intentar estacionar el puto coche.