El cuento del tío
por Javier Debarnot ¿Cuatrocientos cincuenta mil euros? Eso son… y se puso a hacer cuentas el viejo, porque pretender que un español mayor de cuarenta no convierta de euros a pesetas una cantidad medianamente elevada es como pedirle a un argentino que se divorcie para siempre del mate. Eso son como setenta y cinco millones de pelas, joder. Antes de llegar a ese momento estelar de la noche, Juan, oriundo de Buenos Aires y viviendo de prestado en Madrid desde hacía siete años, calentaba la silla de uno de los tantos bares del Paseo de la Castellana y, sin ánimo de disimular ni ponerse el traje de la discreción, mantenía una charla con su mujer Valeria, a la que le decía que ya tenía catorce puntos en la Quiniela, sí, el Prode de los españoles, y que si acertaba ese último resultado tendrían el premio mayor y encima iba ganando el Atleti. Amor, si la cosa sigue así nos cambia la vida para siempre, le dijo antes de cortar la comunicación dándole aparatosamente un beso al móvil,