La falsa moral
por Javier Debarnot Lucas recordaba poco y nada de los desvariados sermones que le daba su abuelo Roque, pero quien sabe por qué, un par de frases suyas le quedaron grabadas para siempre. -Como caballero que sos, le debés respeto a todas las damas, pero hay unas a las que particularmente no tenés que ofender jamás. -¿A qué damas? -A la moral y a las buenas costumbres. Y justo en eso pensaba cuando empezó a trabajar como estatua viviente, cagando en un inodoro de la calle Florida. Claro que no se lo tomaba como un laburo cualquiera. Lucas exprimía al máximo su creatividad para darle constantes cambios de rumbo a sus estáticas actuaciones. Algunos días podía adivinarse por su expresión que había ingerido un suculento asado. En su siguiente presentación, la figura satirizada era la misma, pero los más perspicaces se daban cuenta de que se había manducado un pollo al horno con papas. Sucesivamente, simulaba la evacuación de una napolitana con puré,