¿Quién da el do de pecho?
por Javier Debarnot -Eurovisión se está convirtiendo en cualquier cosa. Después de soltarle esa frase a mi amiga Noe, ella masculló un “ya ves, tío” mientras recargaba un bol gigante con nachos. Mi mujer había ido a la cocina y, a los gritos, nos advertía que la salsa de guacamole vencía en marzo de 2020, o sea que llevaba un par de meses caducada. En ese momento, cuando nos enfrascamos en una discusión sobre lo dañino que podría ser ese alimento expirado, ya habían participado veinticinco de los cincuenta países convocados al festival más emblemático de la música europea que, cabe destacar, ya se daba el lujo de invitar a artistas de otros continentes e incluso planetas (casualmente, el grupo de simpáticos y diminutos venusianos había cantado un carnavalito tan dignamente como si fueran coyas del altiplano boliviano). La delegación de Cataluña, por tercera edición consecutiva, insistía con versiones fusionadas de su clásica sardana, pero así como no había funcionado e