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Mostrando entradas de junio, 2008

Mesa para tres, cama para uno

por Javier Debarnot       Los cuatro eran apasionados por el póquer. También supieron ser grandes amigos en su adolescencia, pero luego de algunas manos que vinieron cambiadas hubo un corte en la relación, y aunque una de las opciones era barajar y dar de nuevo, decidieron seguir cada uno por su lado. Se acabaron las vacaciones juntos y dijeron “no va más” las borracheras de viernes por la noche, pero jamás extirparon a las mesas de póquer de sus vidas. Con el correr de los años, las convirtieron en una religión con misas semanales a las que faltar era un pecado imperdonable.         Cuando cada uno de los cuatro tuvo un trabajo con ingresos dignos, redoblaron la apuesta de sus partidas de jueves: de ser solo por amor al arte pasaron a hacerse por plata. Todo se volvió más interesante, más a cara de perro, y la cuenta regresiva para llegar al día del encuentro se les hacía cada vez más lenta. Maxi, Juan, el Flaco y Diego se desesperaban por que llegue la gran cita, siempre en la casa

Séver led odnum le

por Javier Debarnot       -¿Cuánto falta para llegar a Amsterdam?         -Querrás decir, “cuánto falta para que Amsterdam llegue a nosotros”.         Yo miraba a mi interlocutor con cara de creerme el tipo más astuto del pasaje. El problema es que él me miraba raro. No sólo él, sino todos los que cruzaban palabras conmigo en ese vagón, o en el de atrás, o en el comedor. ¿Y desde cuándo esa sensación de incomprendido? Justo a partir de que le pregunté al primero si se había dado cuenta de que el tren no se estaba moviendo, que lo que se movía era el mundo exterior.         Está bien, lo admito, en ocasiones consumo marihuana y ésta se trataba de una de ellas. Me había fumado un fino antes de subir y acomodarme a mi asiento, pero conozco bien los efectos que produce el porro, y una cosa es que un semáforo en rojo dure seis minutos y otra muy distinta que haya movimientos inversos a los habituales. Yo drogado puedo tener la percepción de que una canción de Los Ramones es eterna, pero