Entradas

Mostrando entradas de abril, 2014

La propuesta

por Javier Debarnot Llovía cuando salimos del bar del Polaco, aunque no lo suficiente como para amedrentarnos a Edu y a mí. Seguro que la noche nos tenía reservado algo, después de ese insípido cero a cero que habíamos digerido frente a una fantasmagórica tele de veintinueve pulgadas. Ya afuera y bajo un leve aguacero, apuramos el paso casi chapoteando con nuestras zapatillas de lona por los charcos que empezaban a formarse en las veredas de Belgrano, rumbo a la discoteca donde habían sido engullidos nuestros amigos tres horas atrás. Al llegar a la puerta de La Hacienda, que era el local bailable de moda, había más porteros que eventuales clientes. Arrancábamos mal. De nada sirvieron nuestros intentos de hacer entrar en razones a esos mastodontes sin corazón. Los que no íbamos a entrar de ninguna manera éramos Edu y yo. Con las zapatillas mojadas, el pelo largo y esas seis cervezas de más, no importaba que fuéramos amigos del mismísimo presidente de la ONU. Y lo peor era q

María Cristina

por Javier Debarnot      Laia intentaba focalizar. Por unos pocos segundos, nada se interponía entre sus ojos y el techo amarillo de la estación María Cristina, hasta que aparecieron varias cabezas y unas voces le preguntaron si estaba bien. Y no, no estaba bien. Su corazón hacía lo que podía mientras ella boqueaba como un pez arrancado del agua. **********      Veinte minutos antes, Laia bajaba por las escaleras turbada por lo que le había dicho su ginecólogo, “sería un milagro que pudieras quedarte embarazada”. Pasó la tarjeta del Metro y ganó el andén, pero de golpe todo empezó a nublársele. Después de recobrar sus sentidos, vio que a su alrededor la gente iba vestida con ropa de los setenta y ella parecía ser la única desubicada. Flipó.      Un rato después, esperando pacientemente el Metro, Laia se sorprendió con una chica que le era familiar. Tenía su misma edad y atesoraba una carpeta entre sus brazos. Convencida de que conocía a esa mujer, Laia comenzó a a