Abusos horarios (Parte I)
por Javier Debarnot Marcos repasó por enésima vez en su billete los horarios de los vuelos Buenos Aires-Roma y Roma-Madrid. Y volvió a maldecir por la eterna escala de seis horas en el aeropuerto de la capital italiana. “Algo inventaré”, se resignó para adentro ya despojado de su equipaje. Sintiéndose ágil y liviano al sólo cargar una mochila y los tickets de embarque, se sentó en su asiento 19-J sin saber que esa libertad tenía las horas contadas. -Levante sus manos y póngalas detrás de la cabeza, ¡ahora! – le gritó un policía español. Casi en simultáneo, otro agente más grandote lo tiraba con rudeza contra una de las paredes de la terminal internacional de Barajas. Marcos intentó un casi tartamudo pedido de explicación, pero sus súplicas no se hicieron eco en los oídos de la ley y al cabo de pocos minutos ya estaba en una comisaría de Madrid. -Está arrestado por el asesinato de un hombre en Roma, tiene derecho a un abogado- así, con esa exacta, escueta y esca