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Mostrando entradas de 2008

Si yo hubiera estado, no hubiera pasado

por Javier Debarnot       -Si yo hubiera estado, no hubiera pasado –le dije con firmeza a mi papá sin intención de iniciar una discusión que se iba a alargar inútilmente. El acontecimiento era de ligero a insignificante para muchos, pero de vida o muerte para unos pocos en los que me incluía: perder una vez más contra Boca devenía en mi ser una depresión de varios días.       En la cancha de River, con casi todo el público a favor, un 0-1 a los cuarenta y siete del segundo tiempo era mucho más de lo que un corazón gallina podía soportar. Y encima con gol de cabeza de Figueroa tras un corner tirado por Riquelme. Y yo no había estado presente quién sabe por qué. Lo padecí por radio y todavía lo sufría cuando volvió mi papá de su trabajo, en donde también había seguido el clásico pero por internet.       -De verdad que estoy seguro que hubiera sido otra cosa conmigo en la cancha- le insistía.       -Pero no, Javi, no seas cabezón, no hubiera cambiado nada.       -Yo no digo que lo hubie

Abusos horarios (Parte I)

por Javier Debarnot       Marcos repasó por enésima vez en su billete los horarios de los vuelos Buenos Aires-Roma y Roma-Madrid. Y volvió a maldecir por la eterna escala de seis horas en el aeropuerto de la capital italiana. “Algo inventaré”, se resignó para adentro ya despojado de su equipaje. Sintiéndose ágil y liviano al sólo cargar una mochila y los tickets de embarque, se sentó en su asiento 19-J sin saber que esa libertad tenía las horas contadas.          -Levante sus manos y póngalas detrás de la cabeza, ¡ahora! – le gritó un policía español. Casi en simultáneo, otro agente más grandote lo tiraba con rudeza contra una de las paredes de la terminal internacional de Barajas. Marcos intentó un casi tartamudo pedido de explicación, pero sus súplicas no se hicieron eco en los oídos de la ley y al cabo de pocos minutos ya estaba en una comisaría de Madrid.          -Está arrestado por el asesinato de un hombre en Roma, tiene derecho a un abogado- así, con esa exacta, escueta y esca

Abusos horarios (Parte II)

por Javier Debarnot       El doctor Furlang continuó con su exposición, sintiendo que cada una de sus palabras sonaba firme en los oídos de todos.         -El cuerpo humano no está preparado para esa “sustracción” de un período de tiempo superior a las dos horas. Es antinatural para los parámetros de evolución temporal de cada uno de los microorganismos y células del individuo, y por lo tanto, cuando se producen estos bruscos cambios de husos horarios, se manifiesta una importante serie de malestares que van desde problemas de circulación, coágulos, trombosis, y paros cardiorrespiratorios, que por supuesto pueden conducir hasta la muerte. Este fenómeno conocido como el Síndrome de Jet Lag fue descubierto con los primeros vuelos transatlánticos que datan de principio de siglo. Hubo cientos de víctimas mortales y a punto estuvo de desatarse un escándalo que seguramente hubiera cambiado el curso y la historia de la aviación comercial. Pero todo gran problema tiene una gran solución qu

Gritos que nadie oye

por Javier Debarnot       Sin ningún aviso, saltaron los tapones de electricidad de la casa amarilla con tejas rojas ubicada en el número 66 de la Avenida Seis. Lo último que había llegado a escuchar Sofía había sido la escalofriante noticia sobre un asesino que venía huyendo de la policía por los barrios de esa misma zona. Ante el súbito apagón, la joven dejó caer la abúlica novela que estaba leyendo y fue inmediatamente en dirección a la cocina.         Una feroz brisa se colaba por el ventanal del salón principal y motivaba un incesante golpeteo en las aberturas laterales. El camisolín blanco de Sofía se bamboleaba al ritmo del viento mientras sus pies descalzos repiqueteaban por las crujientes escaleras buscando la planta de abajo. Sólo se escuchaba el sonido de las ventanas y también la perturbadora respiración de la chica con atisbos de un ataque de asma.         En su arremetida hacia las alacenas, Sofía tropezó con una banqueta y casi golpeó su cabeza contra un borde sal

Lo mucho que hubieran hecho

por Javier Debarnot       La venda le apretaba los ojos y se extendía casi hasta la punta de su nariz. Apenas liberados sus orificios nasales, Juan podía percibir el hedor que despedía ese paño negro, mezcla de su propia mugre, sangre y transpiración. Ya había perdido toda noción de tiempo y espacio, sin diferenciar el día, la noche, la celda o el cuarto de interrogatorio.         Juan terminaría de estudiar la carrera de Bellas Artes, pero no lo haría en los seis años originales sino que tardaría casi ocho. Promediando el ´82 tendría una crisis vocacional y se iría junto a Julieta, su novia desde los diecisiete, de mochilero al sur de Argentina. Conocería El Bolsón, Lago Puelo, San Martín de los Andes, y concebirían a su primera hija en un camping de la Colonia Suiza en Bariloche, tras una acaramelada noche mezcla de fogón, guitarra y piscos. A su regreso de aquel viaje que se extendería por once meses en lugar de los tres planeados, Juan volvería a la Facultad y afianzaría su amista

Los cinco mares

por Javier Debarnot      El mar siempre tuvo algo para mí. Atracción, misterio, algo. Pero desde que tengo uso de razón, me recuerdo muchísimas veces perdiendo mi mirada en el horizonte, mar de por medio. Por eso no me resulta extraño que muchos de los sucesos más importantes de mi vida los haya ido a buscar cruzando un océano.        Un gélido mediodía de enero de 2002, el aeropuerto de "El Prat" me recibió con la calidez que no iba a encontrar en las afueras del mismo, habiendo dejado atrás quince horas de vuelo desde Buenos Aires con tediosa escala en Madrid incluida. Tenía apenas un par de valijas en las cuales algunos objetos iban a brillar por su ausencia: la noche previa al viaje, una borrachera motivaría que al otro día olvidara empacar la máquina de afeitar, el pijama y algunos otros elementos tan vitales para el turista. Lo que no me faltaba era la ilusión de estar llegando a una ciudad donde me iban a pasar cosas. Pero de todas maneras, ni me imaginaba que

El nudo en la garganta

Por Javier Debarnot      No era una entrevista de trabajo común y corriente. No lo iba a ser por las formas ni por el contenido. Y ya era novedosa por el formato: yo, dos de mis mejores amigos y el cuñado de uno de ellos (en adelante, el "gancho") nos presentábamos ante el supuesto gerente de una supuesta empresa (de aquí en más, el "supremo"). Todos juntos en una oficinita de dos por dos (desde ahora, el "sucucho").        Era febrero en Buenos Aires y hacía un calor hostil para Nico, para Edu y para mí, todos trajeados, resultándonos tortuoso lidiar entre la corbata y el clima. Llegamos temprano a un diminuto despacho céntrico y tuvimos que esperar unos minutos. La idea era dejar de engrosar el índice de desempleados, y para eso íbamos a ver a un conocido del “gancho” que nos tentaría con un trabajo único: excelente sueldo, increíbles comisiones, posibilidad de viajes y ambiente distendido. Sin dudas, el paraíso para tres jóvenes de veintitrés años. Y m