Entradas

Mostrando entradas de abril, 2013

Seis vagones y un mismo viaje

por Javier Debarnot I. 3 de junio a las 17:53 en un vagón de la línea 5, dirección Vall d´Hebron: Una bellísima mujer, de pie junto a una de las puertas, mantiene una acaramelada conversación vía móvil. “No puedo aguantar ni un minuto más sin verte. Sí, me he puesto tu perfume favorito y el sostén que te vuelve loco, para que me lo quites… No, mi marido tiene una reunión de directorio, así que hasta las 9 de la noche no notará mi ausencia, pero tranquilo, que desconecto este aparato y que se caiga el mundo: seré sólo para ti, y toda para ti”. II. 2 de agosto a las 6:53 en un vagón de la línea 1, dirección Fondo: Dos hombres intentan llevar una conversación mientras luchan contra legañas y bostezos. -¿No es demasiado temprano? -No, te digo que ya debe haber gente. -Qué mal estamos, ¿quieres decirme que cada día la gente hace dos horas de cola para ver a un abogado? -Sí, aunque desconozco cuántos tuvieron la suerte de llegar una mañana al trabajo y ver que había

Yo fui barra brava por un día

por Javier Debarnot      Yo fui barra brava, de verdad, y no en un reality-show de esos que hoy en día te esperan a la vuelta de cada esquina. No existían entonces, hace casi dos décadas, cuando fui uno más de Los Borrachos del Tablón. Tenía diecinueve, suficiente edad para ir preso sin que tengan que llamar a tus padres, pero insuficiente para saber muchas de las cosas que necesitan saberse en la vida, como por ejemplo, dónde estás a punto de meterte.      Como definición, meterme en la boca del lobo hubiera quedado perfecto en el caso de haber sido un radical de la hinchada en el estadio de Gimnasia y Esgrima de La Plata, equipo al que denominan el “Lobo”. Pero no. Fue peor. Yo fui un barra brava de River en la cancha de San Lorenzo, un miércoles por la noche, en un barrio al que un entrenador adepto a inmortalizar frases dijo alguna vez “acá asaltaron a Rambo, pibe” para definir las adyacencias de ese estadio. Y no se quedaba corto. Ir a ver a San Lorenzo suponía un viaje de