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Mostrando entradas de julio, 2013

En la guerra, no existen grises

por Javier Debarnot      Antes de que una flecha se le enterrara en el omóplato, el mensajero sólo había cometido el pecado de cumplir a rajatabla con su misión, la de comunicarle al rey enemigo que el Príncipe Negro, es decir el mismísimo Eduardo de Woodstock, le declaraba la guerra sin más preámbulos ni miramientos. Juan II se había tomado el asunto tan a pecho que, como respuesta más que elocuente, había decidido matar por la espalda al enviado apenas éste hubo recorrido los escasos metros que separaban el puente del castillo de la torre de vigilancia. Y de ese modo, con esa acción fuera de toda honorabilidad y códigos, así fue como se desató en 1356 la cruel Batalla de Poitiers.      La primera línea de ataque del ejército de Juan II, amo y señor de Francia, salió con ese ímpetu y ese brío que luego empieza a decaer. Hordas de guerreros rasos blandiendo espadas oxidadas y escudos enclenques dieron un paso doble hacia el lugar de la batalla, ensordeciéndose ellos mismos con sus gr

Asesinato en la agencia (un ajuste de “cuentas”)

por Javier Debarnot      Susi, la encargaba de limpieza de la agencia, llegó aquel día apenas entrada la mañana y hubiera podido imaginar miles de escenarios exóticos o sorprendentes, pero nunca el que se plasmaba casi fantasmagóricamente frente a sus atónitos ojos de lunes. En el suelo todavía en penumbras del pasillo que iba del área de creatividad a la de administración, estaba contorneada en blanco la silueta del cuerpo de una persona. Como en las películas. O más bien como en las escenas del crimen.      Susi casi murió del susto, pero para la tranquilidad de sus familiares no hubo que agregar el dibujo de su diminuta figura junto a la primera. Enseguida pensó en llamar a la policía, pero lo primero que hizo al calmarse fue reconocer -por un par de detalles- el contorno de la macabra figura. Por su cabeza no podían pasar otras cosas que no fueran las preguntas obvias: ¿quién había matado a la nueva ejecutiva de cuentas de la agencia? ¿Y por qué?      La presunta víctim

Lucía y Andrés, última vez ayer a las 15:23

por Javier Debarnot      Sólo se tenían el uno al otro. Todo lo demás lo fueron perdiendo por culpa de la crisis -la económica- porque a Lucía y Andrés nunca les había llegado la otra crisis a pesar de que llevaban siete años juntos. Sí, siete, el lapso indicado según muchos pregoneros aguafiestas que vaticinan un primer sacudón en la pareja. Nada. Lucía y Andrés le seguían diciendo al mundo, y así lo sentían, que se amaban como el primer día.      Pero ambos estaban en el paro. Lucía a punto de perderlo porque los dos años iban a expirar en tres semanas; y Andrés era un novato en la materia: apenas habían pasado cuatro meses desde que había sido despedido por su empresa, y se lo había contado a Lucía con un Whatsapp que la chica leería cuatro horas después, a destiempo.      -No te has enterado de mi mensaje- le había dicho Andrés cuando vio a su novia sonriente, como si nada hubiera ocurrido, yéndolo a buscar a la puerta de su futuro ex-trabajo. Y mientras la chica