Sube y baja en Diagonal

por Javier Debarnot Me subí en Diagonal y todo parecía ir como siempre. Un viaje en Metro desde el centro hasta Collblanc, en un horario apacible y con una temperatura apacible: las cuatro y veinte de un jueves otoñal, horario y día en que los vagones suelen ir medianamente llenos, o medianamente vacíos según se lo mire. Todavía repasando la última charla que había tenido con un amigo, me sorprendí cuando el Metro se detuvo en la primera estación después de mi ingreso al mismo: Diagonal. ¿Diagonal? Expulsé la palabra con gran sorpresa por mi boca. Por un segundo estaba convencido de que ya habíamos avanzado, pero no me quedó otra que suponer que nunca nos habíamos puesto en movimiento hasta ese momento, y que yo me había hundido en una distracción de esas que te detienen o aceleran en el tiempo. Pero cuando llegamos a una nueva estación fue el “no va más”. Otra vez Diagonal. Me preocupé en serio y miré a mi alrededor en busca de cómplices. Temí no hallarlos pero por ...